– Aceite esencial rico en alcanfor, linalol, citronelol, d-limonene, geraniol, borneol, eucaliptol, nerol, d-bornelo, farneseno, sabineno, alfa-pineno, beta-felandreno, cineol (flores) – Taninos (flores) – Saponinas (flores)
– Ácidos: caproico, butírico, cumárico, isobutírico, rosmarínico y ursólico.
– Benzopironas: Cumarinas.
Desde un punto de vista medicinal, los usos tradicionales de la lavanda han sido muy amplios a lo largo de la historia. Como calmante, antiséptico, somnífero, digestivo, vulnerario, etc. Sus propiedades han sido ampliamente reconocidas. Se utilizan las flores de la lavanda o el aceite esencial:
Principalmente el cineol, linalol, el geraniol, el limoneno y el sabineno le confieren propiedades antisépticas que la hacen muy eficaz en el tratamiento externo de lesiones de la piel.
Al mismo tiempo su riqueza en taninos le proporciona propiedades astringentes muy interesantes para prevenir o curar el estado de la piel.
Este aceite es rico en éteres y alcoholes (linalol, citronelol, geraniol, borneol, alfa-pineno, …) con propiedades antiinflamatorias y sedantes que lo hacen muy adecuado para el tratamiento del dolor. Los preparados con lavanda para el tratamiento del dolor pueden utilizarse en situaciones con:
o Dolores reumáticos.
o Dolores lumbares.
o Tortícolis.
o Dolores de cabeza.
o Dolores de pie.
Unas gotas de aceite de lavanda en una palangana con agua caliente puede servir para relajar los pies y disminuir el cansancio, este mismo efecto se produce con un par de gotas en el interior de zapato, ayuda a descansar y relajar el pie durante el día.
Sus propiedades antivíricas, antibacterianas y bacteriostáticas han sido demostradas in vitro resultando eficaz en la eliminación e inhibición de muchas bacteria y virus responsables de enfermedades respiratorias. En su uso externo:
o Pie de atleta: las friegas con aceite de lavanda con un remedio tradicional contra los hongos de los pies, así como la aplicación de unas gotas en el interior del calzado, previene la proliferación de estos.